21 de enero de 2012

Reencuentro

Hoy me reencuentro con vos, viejo y querido blog.

Hace tiempo te tengo olvidado...

Bah, no te tengo olvidado, los buenos y entrañables amigos nunca se olvidan. Lo que pasa es que  siempre fuiste un lugar para ejercitar la escritura de historias que podían tener más o menos componentes catárticas o autorreferenciales pero que nunca quisieron ser textos encabezables con un "Querido diario:".

Y de pronto toda la parafernalia y vértigo a los que te lleva una red social como Blogger no era la que quería vivir en mis visitas a la web y todas esas reglas de cortesía de visitar y comentar para ser comentado y visitado me sonaron a obligación. Y para obligaciones tengo el mundo real.

Pero resulta que mi mentor "cuasi obligador" a que me decidiera a abrirte, Don Mario, resulta que se decidió a recopilar sabores entrañables, mezclar recetas con historias y yo no podía dejarte ahí tirado por el resto de los tiempos y volví a recorrer tus entrañas, donde Blogger cambió todo: estética, accesos, funciones y otras yerbas y se encendieron las ganas de dejar unas palabras.

En fin, veremos como sigue esta relación.

Abrazo

24 de marzo de 2011

Global Positional System

Recalculando...

La entonación se le había grabado a fuego y cada letra le repiqueteaba en su cabeza.

Recalculando...

Sabía que transitaba caminos poco conocidos por él, pero nunca imaginó que iba a hacerlo a los tumbos ni que iba a sentirse así de zarandeado.

Recalculando...

Sus brazos sufrían la tensión y sus músculos doloridos le hacían recordar que tanto trajín no pasaba desapercibido por su cuerpo.

Su esposa (bah, casi ex a estas alturas) le taladraba la cabeza aprovechándose de su momentánea desorientación, trayendo a la actualidad cuanta equivocación hubiera cometido en ocasiones anteriores.

Recalculando...

No quería fallarles a sus hijos. Por ellos seguía adelante y trataba de que la angustia presente, instalada cual huésped cargoso e indeseable, no se transformara en desesperación.

Y si siempre hay una luz al final del más sombrío túnel, aunque la densa oscuridad y la propia ansiedad impidan que se divise, él debía agudizar la vista y comenzar a transitar el camino hacia la inexorable salida.

Recalculando...

Inútil seguir recalculando.

Era hora de abandonar el caótico devenir del entorno y centrarse en lo que su alma necesitaba.

De pronto, vaya a saber por qué, se acordó de ese GPS que su cuñado le había regalado en Navidad.

- Debería ponerlo en uso - pensó.

16 de diciembre de 2010

Fin de ciclo

Hoy terminé el ciclo escolar más largo que me tocó transitar en un Colegio: 13 años de enseñanza primaria.

Claro está que no ha sido como alumno (estaría cual pollo al spiedo girando y girando sin parar junto al fuego si así fuera) sino como padre. Experiencia que tiene lo suyo, vale aclarar.

Esta mañana acompañé pleno de orgullo y satisfacción a Pilar, mi hija menor, a su último acto como abanderada sin dejar de recordar con un nudo emotivo en la garganta que ella apenas nacía cuando entré al Colegio a cumplir mi primera actividad oficial: inscribir para Jardín de Infantes a Milagros, mi hija mayor, que bien vale mencionar también terminó su séptimo grado siendo abanderada.

Y en ese hall vacío de alumnos, morada del kiosco asiduamente concurrido en los recreos y antesala del patio cubierto donde se llevaron a cabo la mayoría de los actos escolares que presencié, me inundaron la vista un sinnúmero de imágenes vividas allí nomás y, por qué no reconocerlo, alguna que otra furtiva lágrima que me negué a dejar salir.

Es que de pronto estaba la Hermana Luisita haciéndonos saber que sin dudas de alguna manera la Virgen (la advocación de María Auxiliadora en este caso) te llama para que formes parte de esa Casa.

Y estaban los más de 60 compañeros de mis hijas que me tocó conocer y mucho llegué a querer, algunos de los cuales formaron parte de esos viajes de egresados que me tuvieron de padre acompañante (experiencia maravillosa y enriquecedora por demás, vale reconocer y recomendar)

Y estaba la señorita Vicky arrebatándome gentilmente de los brazos a Pilar, con sus pañales a cuestas, llevándola a recorrer el Colegio que tantas veces la iba a contener con el fin último de que tuviera mis manos libres para fotografiar a Milagros en algún pintoresco acto de Jardín (cuanto más chicos mas hermosos y adorables los chicos).
Y las monjas y las maestras que tanta contención nos brindaron a mí y a mi familia en los momentos dolorosos que tuvimos que vivir y que tanta alegría nos expresaron ante los hechos proveedores de felicidad que también nos tocaron vivir en estos años compartidos.

Y las reuniones de la Unión de Padres, a las que mucho no fui porque preferí trabajar por los alumnos y por el Colegio desde una posición extraoficial ante las malintencionadas críticas de esos émulos de canes del hortelano devenidos en padres de compañeritos de mis hijas algunos de los cuales tuve que sufrir hasta ayer. Claro está que después se sumaron otros que por fin también fueron borrados ayer de mi vida, entre los que se encuentran supuestos amigos a los que en familia les abrimos la casa y hasta el corazón y de buenas a primeras nos dieron la espalda o, lo que resultó mas doloroso, fueron modernos Judas que nos hicieron saber del dolor del saberse traicionado.

Pero los chicos siempre son lo mejor que nos puede suceder. Los propios y los ajenos. Siempre tendrán alguna salida que destapará alguna sonrisa que hace olvidar, al menos por un rato, de los avatares de la vida de adulto.

Y descarto ya la narración de más imágenes del recuerdo porque estaría horas y más horas y páginas y más páginas escribiendo y la vida sigue y dicen que para muestra basta un botón.

Me retiro de este texto con la imagen del abrazo que me propinó uno de los compañeros de Pilar en Córdoba, tal vez porque fue totalmente inimaginado a partir de que desde su casa llegó uno de los portazos al sentimiento más doloroso, el cual vino acompañado de un “Te quiero mucho”, al que le pude responder un “yo también te quiero mucho” y sentir algo muy parecido a la satisfacción de la tarea cumplida.

5 de diciembre de 2010

Hasta luego, Chunga

Y cambió de barrio nomás la tía Chunga. Elsa Iris según el documento pero a casi nadie le importaba esa combinación, era La Chunga.

Es mi abuela tía. Esa tía que cumplió el rol de abuela a falta de los representantes maternos aprovechando que sus hijos eran todavía adolescentes cuandos a mi vieja se le ocurrió parirme y hacer que fuera el más chiquito de la familia.

Y si bien el tiempo y mi propia boludez me aislaron y me hicieron estar lejos estos últimos años, las imágenes de ella que llevo grabadas son espectaculares y la vida me dio el changüí suficiente como para estar ahí nomás cuando rajó a encontarse con mi viejo y los otros que nos están preparando la bienvenida cuando sea nuestro tiempo.

Así, recuerdo los primeros años de la primaria en su casa de Banfield recibiéndome unos días antes de que comenzaran las clases con un cuaderno "borrador" en el que me adelantaba algun tema que vería ese año o repasando lo aprendido antes. Claro está, todo esto mientras se dedicaba a armar bijouterie para agregar unos pesos a su sueldo de maestra jubilada; esa bijouterie que yo le ayudaba a confeccionar en cuanto me aburría de los ejercicios, cosa que sucedía bastante rápido, debo confesar.

Otra imagen imborrable era ella atendiendo el kiosco de la ya inexistente Clinica Temperley o el de la Galería Visión más adelante. Horas y horas pasaba haciéndole compañía, llegando a la gloria cuando podía atender a algún cliente.

En fin, la seguiré extrañando. Por eso vayan este par de perlitas nada más para enhebrar en algún collar imaginario que quizás esté armando en este momento.

8 de septiembre de 2010

Ejercicio de la memoria (práctica)

A veces me encuentro jugando a reconocer imágenes, situaciones, olores, sonidos y demás yerbas que no están grabados ni en fotos ni en cintas ni en videos.

Y claro está que aparecen desde el más recóndito rincón de mi ser y hoy me susurraron al oído que querían salir a pasear más allá de mi cerebro.

Y hete aquí que se escurren por mis dedos el recuerdo del Rey Mago mayor hoy ya mudado de barrio que dejó un Karting de impactante rojo metalizado a cadena y piñón, llantas inflables y asiento regulable en algún lugar del porsche del chalet de la calle Acevedo a la espera de que la puesta en escena de camellos dejando el tendal de pasto no engullido sobre la pileta de lona en el patio surtiera efecto ante la ansiosa espera infantil aquel 6 de enero.

Y se escabulle aquel cumpleaños de Claudio (¿o era del Bati?) en el que la maceta de cemento del patio de la casa de la esquina recibió mi cabeza con los brazos abiertos dejando una importante cicatriz que hoy cierra la abertura que dejó pasar tanta sangre preocupando hasta al mas taimado. Sé que a pesar de los tiempos que corren increíblemente aún existe la Sala Cestoni de primeros auxilios donde raudamente me cocieron el marulo.

Y me veo corriendo a la par del camión de la mudadora “El Poco a Poco” que nos llevó a mis tres años de Capital a Banfield y que 35 años después, tal vez el mismo viejo camión deportó de Canning a Capital lo que no quedó en aquella quinta devenida en vivienda permanente de los viejos.

Y aparece Roberto, el eximio violoncellista que me padecía dándome clases de flauta y guitarra que terminó triunfando en USA, después de haber sido uno de los que inaugurara mi amado Colegio, el CONABA, y de que irremediablemente se diera cuenta que lo mío iba a terminar siendo un autoaprendizaje más cerca de la adolescencia.

Y el 548, llevándome por Larroque desde la estación de Banfield hasta la calle Estrada, eje cartográfico de las casas de la mayoría de mis compañeros de la Escuela 31 con quien nos juntábamos a jugar al fútbol en la canchita de Rodriguez Peña y Los Patos o en la de la Usina.

Y teniendo colgado este texto esperando darle una coda que permitiera ser publicado, resulta que no puedo dejar de acordarme de la casa de Fernando, con esa habitación dividida por ese placard que separaba su dormitorio y el de Liliana, escuchando y fascinando con las letras de Pastoral y del Flaco Spinetta; más que nunca hoy, que se fue a encontrar con Alejandro de Michelle y con sus seres amados que lo precedieron y, por qué no, a clavarse un vermucito con mi viejo.

21 de julio de 2010

Ejercicio de la memoria (teoría)

Si el lector se dejara llevar por el título y se ubicara a estas alturas del mes de Julio quizás encararía este texto predispuesto a encontrar una reflexión sobre la tragedia de la AMIA o un homenaje al Negro Fontanarrosa.

Pero para ello tal vez debiera ser Memoria, con mayúscula al inicio.

Este es un texto más sencillo. La inquietud que le da nacimiento aparece cuando un compañero de mi escuela primaria en un encuentro de esos de “30 años despues” me dice:

-¿Cómo te acordaste de ese flaco? ¡Estuvo con nosotros 2 años nomás!

Aparece cuando me doy cuenta de que en realidad no me acuerdo de la mayoría de las cosas sino que nunca me las llegué a olvidar. Tal vez debiera decir que me negué a olvidarme de mi pasado. Hice del recordar situaciones (casi siempre agradables) y protagonistas (queridos o no) una costumbre.

¿Que esto tiene que ver con ser hijo único? Es muy probable.

En algún momento me dí cuenta que yo no tenía ese compañero de ruta llamado hermano; ese coprotagonista de la niñez y memoria paralela de la vida casi desde el mismo inicio. Y no podía encontrarlo en algún primo cercano en edad ya que el que mejor cumplía con los requisitos vivía en Pergamino y yo en Banfield. Y los teléfonos no eran lo que hoy son los celulares e Internet no existía ni en el sueño más afiebrado de los genios del Instituto Tecnológico de Masachusset.

Y como suele suceder cuando uno se casa y aparecen los hijos, esos amigos que venían a ocupar ese rol de hermano dejaron de ser cuidados y los caminos comenzaron a separarse.

Y ese empeño de no-olvido tomó más fuerza. No sólo por sentir la ausencia de los amigos sino por comenzar a tener la necesidad de evocar cómo era uno a la edad que iban teniendo los hijos para tratar de que la vara con la que los íbamos a medir no estuviera demasiado desfasada con la realidad.

Entonces hoy me encuentro recordando no sólo la situación que congeló una foto, sino que además se aparecen otras imágenes relacionadas con ese momento que no están en ninguna foto. Y después aparecen otras que no son un recuerdo de un recuerdo sino que son genuinas y originales. Y así sigo como si el olvido en realidad no fuera una condena a la eliminación sino una pérdida pasajera como la de esa medalla que se oculta en el fondo de un cajón.

La mejor manera que conozco, entonces, para no perder ni mis raíces ni mis afectos es la de ejercitar esa memoria del no-olvido que hace que los recuerdos se queden en los más recónditos y templados lugares de mi corazón para así, si mis compañeros de ruta no están a mi lado sea por la circunstancia que sea, sí estén conmigo cuando los necesite.


27 de mayo de 2010

Ejercicio lingüístico matemático sobre la puteada Riolatense

Como estoy podrido que un anónimo spammer agregue comentarios en una entrada del blog he decidido eliminarla, pero como no quiero que se pierda, la vuelvo a postear.

Decía en aquel entonces que encontré un concurso de insultos muy interesante y recordé un mail recibido hace ya muchos años. Espero que lo disfruten.

Teoría y práctica de la puteada rioplatense:

Puede parecer sorprendente, pero profundos estudios lingüísticos y filológicos han revelado últimamente que ciertos giros populares del Idioma Castellano – especialmente aquellos relacionados con expresiones despectivas y condenatorias del Área del Río de la Plata – siguen una bastante rigurosa estructura matemática.

Al menos eso es lo que se desprende de los trabajos del prestigioso filólogo–matemático checo Josip Hrdlzwcka quien ha analizado las expresiones más usuales escuchadas en los estadios de balón-pié argentinos, especialmente durante los encuentros llamados “Clásicos”. Según Hrdlzwcka, las maledicencias furibundamente vociferadas por las facciones rivales (generalmente con especial mención a la genealogía materna del Arbitro del encuentro) podrían reducirse a un modelo matemático bastante preciso.

En efecto; el malediciente rioplatense ha acuñado el verbo
“Putear” como indicativo de toda una serie de exabruptos soeces basados en el sustantivo “Puta” aplicado (como queda dicho) generalmente a los miembros de la rama genealógica materna del oponente con el propósito de endosar a las mujeres de dicha rama el ejercicio de la profesión más antigua del mundo.

Pues bien, se ha comprobado que esta adjudicación profesional se realiza en una serie de gradaciones que pueden ir desde lo lineal hasta lo exponencial, admitiendo incluso escalas logarítmicas.


Por ejemplo, sea:
P = Puta


La primer gradación aumentativa que Hrdlzwcka ha aislado como componente básica de la maledicencia rioplatense, responde al concepto de duplicación y utiliza el prefijo “Re” para indicar que la intención debe entenderse multiplicada por 2. Consecuentemente, podríamos indicar:


2P = Reputa


Curiosamente sin embargo, luego de la duplicación simple aparece (casi inmediatamente) un legado del sistema métrico decimal mediante el cual el concepto se aumenta con el expeditivo recurso de multiplicarlo por mil. Así, si hacemos H = Hijo y utilizamos el símbolo de --> para indicar adjudicación preposicional, el concepto de "Hijodemilputa", podría formularse como:

H --> P x 1000


De lo cual inmediatamente se desprende que el popular “Hijoderemilputa!” quedaría unívocamente indicado en la expresión:

H --> 2P x 1000


Otra de las características típicas del malediciente rioplatense es basarse en la ley de los principios opuestos. Por ello, utiliza ampliamente el prefijo “Contra” ya sea para indicar oposición, o bien para denotar una reversión bipolar de lo que el oponente probablemente le estará deseando.

También esto es posible de ser vertido a una notación matemática ya que si admitimos que el concepto de “Contra” es básicamente una recíproca del tipo 1/x entonces la popular expresión “Recontraputa” adoptará la forma:


1 / 2P


Y consecuentemente, “Hijodeunarecontramilputa” sería:



No obstante, el genio rioplatense tiene capacidades mayores aún en materia de aumentativos. Según Hrdlzwcka no debe olvidarse la posibilidad del superlativo expresado mediante los sufijos “ísimo” e “ísima” concebibles matemáticamente como equivalentes a una función cuadrática exponencial con lo que “Putísima” sería simple y elegantemente:
En resumen, la Teoría Matemática de la Puteada de Hrdlzwcka expresa que, “Todo exabrupto proferido con intención insultante en el Río de la Plata es reducible a una expresión matemática concreta cuya expresión puede resolverse en notación simbólica sustituyendo las magnitudes intencionales por notaciones adecuadas”.

En honor a la verdad, debemos admitir que esta novedosa Teoría no ha sido lo suficientemente difundida en nuestros medios académicos, probablemente debido a la pudibundez inveterada de los círculos oficiales. No obstante, es innegable que Hrdlzwcka ha hallado un medio sumamente útil para expresar la más variada gama de puteadas con una envidiable elegancia matemática. Piénsese solamente que, por ejemplo, si hacemos M = Madre, entonces:

la (PM --> 2P x 1000) parió

es obviamente equivalente a “Laputamadrequeteremilparió” siendo que, por su parte, una expresión como “Lareputísimamadrequeterecontramilreparió” se expresa como:


Sin embargo queda en el tintero el famoso "Reverendo" y en estos casos no debemos olvidarnos de anteponer siempre, el otro signo igual de famoso:
#
por lo tanto "Reverendohijodelareputísimamadrequeterecontramilreparió" se escribiría así:


mientras que si usamos el bendito superlativo al cual se refiere Hrdlzwcka, expresado mediante los sufijos "ísimo" e “ísima” y en su defecto decimos "Reverendísimo" o "Reverendísima" entonces tendríamos que "Reverendísimohijodelareputísimamadrequeterecontramilreparió" se leería así:


lo cual es un poco más complicado pero no deja de ser tremendamente contundente...